Cada vez más mujeres se preguntan si es seguro tatuarse durante el embarazo. Ya sea por estética, cultura o deseo personal, la práctica genera dudas razonables: ¿puede la tinta afectar al bebé?, ¿hay riesgo de infecciones?, ¿qué dicen los médicos en 2025?

¿Qué pasa con la tinta?

Los pigmentos utilizados en tatuajes no están regulados de forma estricta en muchos países. Aunque la mayoría de las tintas se quedan en la piel, existe una mínima posibilidad de que algunas nanopartículas lleguen al sistema linfático o atraviesen la barrera placentaria. Hasta 2025, no hay evidencia concluyente de daño fetal, pero tampoco estudios amplios que lo descarten por completo.

La Sociedad Internacional de Dermatología recomienda postergar los tatuajes hasta después del parto por principio de precaución.

Riesgo de infecciones

Uno de los mayores peligros es la posibilidad de infecciones, como hepatitis B, hepatitis C o VIH, si el equipo de tatuado no está debidamente esterilizado. Además, durante el embarazo el sistema inmunológico cambia, lo que puede hacer más difícil combatir infecciones o prolongar la cicatrización.

¿Y el dolor o la anestesia?

Aunque no se usa anestesia general en un tatuaje, el dolor puede desencadenar contracciones, sobre todo si se realiza en zonas sensibles como la espalda baja o el abdomen. Esto preocupa especialmente en el segundo y tercer trimestre.

¿Qué dicen los médicos?

El consenso entre obstetras y dermatólogos es claro: lo mejor es esperar. No porque tatuarse sea siempre peligroso, sino porque los estudios aún son limitados y no se justifica asumir riesgos en un período tan delicado.

“Siempre recomendamos postergar cualquier procedimiento no médico durante el embarazo, incluyendo tatuajes, piercings o tratamientos láser”, afirma el Dr. Denis Sánchez, ginecólogo en Quito.

¿Y si ya tengo tatuajes?

Si ya tienes tatuajes, no hay problema. Lo importante es observarlos durante el embarazo por si hay cambios inusuales en la piel, especialmente si se localizan en zonas que se estiran como el abdomen o las caderas. No hay evidencia de que los tatuajes existentes causen complicaciones.

En resumen:

Tatuarse durante el embarazo no está estrictamente prohibido, pero sí desaconsejado. La falta de estudios concluyentes, los cambios inmunológicos y los riesgos de infección hacen que la mejor decisión, según la ciencia en 2025, sea esperar hasta después del parto.