Una tendencia en auge en salud femenina
El uso del láser ginecológico ha experimentado un crecimiento sostenido en la última década, convirtiéndose en uno de los tratamientos más solicitados en clínicas de salud femenina. Datos recopilados por asociaciones médicas latinoamericanas y europeas indican que la demanda de este tipo de procedimientos ha aumentado hasta un 40 % en los últimos cinco años, impulsada principalmente por mujeres que buscan resolver problemas íntimos comunes tras partos, cambios hormonales o el paso de los años.
Esta tecnología mínimamente invasiva se aplica para tratar condiciones como el síndrome genitourinario de la menopausia, la flacidez vaginal posparto, la incontinencia urinaria leve y la sequedad vaginal persistente, entre otras. Su atractivo radica en que ofrece resultados visibles en pocas sesiones y con tiempos de recuperación muy cortos.
Beneficios clínicos y funcionales respaldados por evidencia
Los dispositivos de láser ginecológico emiten energía térmica controlada que estimula la producción de colágeno y aumenta la irrigación sanguínea de los tejidos vaginales, favoreciendo su regeneración y elasticidad.
Entre los beneficios clínicos más destacados se incluyen:
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Mejora de la tonicidad y el grosor de la mucosa vaginal
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Reducción de la sequedad y el dolor durante las relaciones sexuales
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Disminución de los escapes urinarios leves asociados a esfuerzo
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Recuperación más rápida que las intervenciones quirúrgicas tradicionales
Según explica el ginecólogo Denis Sánchez, especialista en salud íntima femenina en Quito, “el láser ginecológico ha demostrado ser una herramienta eficaz y segura cuando se indica correctamente y se aplica con criterios médicos claros”.
Estudios recientes reportan tasas de satisfacción superiores al 85 % en mujeres tratadas, lo que ha impulsado su adopción tanto en pacientes premenopáusicas como en mujeres mayores que buscan recuperar su calidad de vida.
Testimonios que reflejan un cambio real
Más allá de los datos, son los testimonios los que ilustran mejor el impacto de estos tratamientos. “Después de mis dos partos, no podía hacer ejercicio sin molestias. Tras tres sesiones con láser, recuperé el control de mi cuerpo”, relata una paciente de 38 años.
Otra mujer de 50 años explica: “Había perdido la confianza en mi vida íntima por la sequedad y el dolor. El láser me permitió recuperar el confort y también mejoró mi relación de pareja”.
Estos casos se repiten en distintas clínicas que reportan un creciente flujo de pacientes por recomendación directa de otras mujeres que han experimentado resultados positivos.
Seguridad y recomendaciones médicas
Aunque su uso está cada vez más extendido, los especialistas recuerdan que el láser ginecológico debe realizarse únicamente bajo supervisión médica especializada, tras una evaluación completa que descarte infecciones, lesiones o patologías que requieran otro tipo de tratamiento.
Cuando se cumplen estos criterios, los reportes indican que los efectos adversos son mínimos y transitorios, limitados a enrojecimiento o sensación de calor leve en las horas posteriores al procedimiento.