En las últimas dos décadas, la obesidad materna se ha convertido en un problema creciente de salud pública que afecta tanto a países desarrollados como en vías de desarrollo. Investigadores advierten que esta condición está asociada a un incremento significativo de complicaciones durante el embarazo y el parto, lo que representa un desafío no solo para los sistemas de salud, sino también para las familias.
Aumento de casos a nivel global
Un estudio publicado en la revista The Lancet señala que la prevalencia de obesidad entre mujeres en edad fértil ha aumentado de manera sostenida en los últimos 30 años. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), cerca del 20% de las mujeres embarazadas a nivel mundial presentan sobrepeso u obesidad (OMS, 2023).
En América Latina, la situación no es diferente. La Organización Panamericana de la Salud (OPS) informó que más del 30% de las mujeres en edad reproductiva en la región tienen exceso de peso, lo que se refleja en embarazos de mayor riesgo (OPS, 2022).
Impacto en el embarazo y el parto
Los especialistas subrayan que la obesidad materna incrementa el riesgo de:
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Hipertensión gestacional y preeclampsia.
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Diabetes gestacional.
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Mayor necesidad de cesárea y complicaciones anestésicas.
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Parto prematuro y hemorragias posparto.
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Macrosomía fetal (bebés con peso elevado al nacer), lo que aumenta el riesgo de cesárea y de lesiones en el parto.
“La obesidad materna representa uno de los factores de riesgo más importantes que podemos modificar. Su impacto va más allá del parto: también condiciona la salud futura del niño”, explicó la doctora Joanne Stone, profesora de Obstetricia y Ginecología en la Escuela de Medicina de Mount Sinai (Estados Unidos).
Asimismo, un estudio de la Sociedad Internacional de Obstetricia y Ginecología (FIGO) confirma que las mujeres con obesidad tienen hasta un 50% más de probabilidades de necesitar una cesárea y presentan tasas más altas de complicaciones postoperatorias (FIGO, 2023).
Consecuencias para el bebé
El exceso de peso materno no solo afecta a la madre. Según los Centers for Disease Control and Prevention (CDC) de Estados Unidos, los hijos de madres con obesidad tienen mayor riesgo de desarrollar obesidad infantil, problemas metabólicos y alteraciones cardiovasculares a lo largo de la vida (CDC, 2023).
Esto refuerza la necesidad de ver el embarazo como una oportunidad para cuidar la salud tanto de la madre como del futuro hijo.
La visión desde Ecuador
En Quito, el ginecólogo Dr. Denis Sánchez señala que este fenómeno también se refleja en la consulta diaria:
“Cada vez atendemos a más pacientes que llegan con sobrepeso u obesidad al inicio de su embarazo. Es fundamental trabajar desde el primer control prenatal en hábitos saludables y controles médicos frecuentes, porque el impacto no solo se ve en el parto, sino en la salud futura del bebé”, indicó el Dr. Denis Sánchez, especialista en ginecología y obstetricia en Quito.
Prevención y recomendaciones
Expertos en salud materna coinciden en que la prevención es la herramienta más eficaz. Mantener un índice de masa corporal saludable antes del embarazo, mejorar la alimentación y fomentar la actividad física moderada son medidas esenciales.
La doctora María Neira, directora del Departamento de Salud Pública y Medio Ambiente de la OMS, subrayó:
“Los sistemas de salud deben priorizar la educación nutricional y el control prenatal temprano. Detectar a tiempo los factores de riesgo puede marcar la diferencia entre un embarazo saludable y uno con complicaciones graves” (OMS, 2023).
📌 Conclusión
La obesidad materna no es solo una tendencia en aumento, sino una alerta sanitaria que exige atención inmediata. Con medidas de prevención, educación y seguimiento médico, es posible reducir de manera significativa los riesgos asociados y garantizar la seguridad de madres y bebés.