Dr. Denis Sánchez
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El embarazo precoz, especialmente en niñas menores de 14 años, representa una de las formas más graves de vulneración de derechos en Ecuador. No se trata solo de un problema de salud pública, sino de una crisis silenciosa que combina pobreza, falta de educación sexual, violencia y ausencia de acceso a servicios médicos oportunos.

Según datos del Ministerio de Salud Pública (MSP) y el INEC, cada año miles de niñas y adolescentes inician su maternidad en condiciones adversas, marcando un antes y un después en su desarrollo físico, emocional y social.


¿Qué entendemos por embarazo precoz?

El término “embarazo precoz” se refiere al embarazo en niñas menores de 14 años. Este tipo de gestación nunca es producto de una relación consentida, sino el resultado de abuso sexual o coerción, y constituye una violación a los derechos humanos.

En Ecuador, la legislación reconoce que las relaciones sexuales con menores de 14 años son delitos de abuso o violación, independientemente del consentimiento aparente.


Cifras que no deberían existir

  • En 2023, más de 2.000 partos fueron registrados en niñas de entre 10 y 14 años, según cifras oficiales del MSP.

  • Aproximadamente 7 de cada 10 embarazos en niñas menores de 14 años fueron producto de violencia sexual intrafamiliar o cercana.

  • Las zonas rurales y comunidades indígenas presentan mayor incidencia debido a barreras estructurales de acceso a servicios de salud, justicia y educación.

  • El embarazo precoz tiene consecuencias directas en el abandono escolar, la pobreza intergeneracional y complicaciones médicas graves como preeclampsia, anemia y partos prematuros.


Voces que narran lo invisible

A través de la confidencialidad y el acompañamiento profesional, es posible escuchar las historias que muchas veces quedan fuera de los informes.

“Tenía 12 años y no entendía qué me pasaba. Pensaba que me dolía el estómago. Mi mamá también fue mamá a los 13, y me dijo que así era la vida.”
— Paciente anónima, consulta ginecológica en Quito

“No me preguntaron si quería. Solo me dijeron que tenía que ir al hospital. Nadie habló conmigo. Solo me callé.”
— Testimonio recopilado por organización de derechos sexuales

Estas voces reflejan una realidad donde las niñas son invisibilizadas, revictimizadas y empujadas a la maternidad sin opción ni preparación.


El rol de la medicina y la educación

Como especialista en ginecología y obstetricia, he atendido a niñas y adolescentes en situaciones extremadamente delicadas. Mi deber médico va más allá del diagnóstico físico: implica crear espacios seguros, confidenciales y libres de juicios para que puedan recibir orientación y atención digna.

Desde la medicina, es urgente:

  • Promover educación sexual integral desde edades tempranas.

  • Detectar señales de abuso en las consultas ginecológicas iniciales.

  • Garantizar acceso a anticoncepción, controles prenatales y apoyo psicológico.

  • Acompañar legalmente a las víctimas de embarazo precoz, en coordinación con redes de apoyo y servicios sociales.


Conclusión: un país que debe proteger su infancia

El embarazo precoz no es una decisión, es una consecuencia. Mientras una niña se convierte en madre, pierde parte de su infancia, de su salud y de sus oportunidades. Como sociedad, tenemos la responsabilidad de visibilizar, prevenir y actuar.

El silencio solo perpetúa el problema. La información, la empatía y el acompañamiento pueden salvar vidas y futuros.


Dr. Denis Sánchez
Especialista en Ginecología y Obstetricia
Atención con enfoque humano y ético en Quito