Las fajas posparto, especialmente las denominadas “ultra ajustadas”, se han convertido en uno de los productos más promocionados en Instagram y TikTok. Influencers y tiendas prometen que estas prendas ayudan a “cerrar la cintura”, reducir la inflamación y recuperar la figura en pocas semanas. Sin embargo, ginecólogos y fisioterapeutas advierten que su uso inadecuado puede generar más riesgos que beneficios.

El Dr. Denis Sánchez, ginecólogo en Quito, explica que el uso de fajas no es necesariamente peligroso, pero sí existe desinformación sobre cuándo, cómo y por cuánto tiempo deben utilizarse.

Una tendencia impulsada por redes sociales

En plataformas como TikTok, hashtags como #postpartumwaisttrainer o #fajaposparto acumulan millones de visualizaciones. La recomendación más repetida es usar prendas extremadamente rígidas desde los primeros días después del parto para “acelerar la recuperación”.

Pero esta narrativa simplifica un proceso fisiológico complejo. Después del parto, los órganos internos deben volver a su posición, el útero disminuir de tamaño y el piso pélvico recuperarse de las demandas del embarazo. Apretar intensamente el abdomen puede interferir con ese proceso.

“El problema no es la faja, es el exceso de presión”

Según el Dr. Sánchez, la faja puede ofrecer soporte lumbar y sensación de estabilidad en las primeras semanas, especialmente tras un parto por cesárea o en mujeres que sienten debilidad abdominal. Sin embargo, las prendas “ultra ajustadas” —diseñadas para ejercer una presión continua y elevada— pueden causar:

  • Mayor presión intrabdominal

  • Dificultad para respirar con normalidad

  • Alteraciones en el retorno venoso

  • Compresión excesiva sobre el útero en involución

  • Riesgo de prolapsos si se usa por tiempos prolongados

  • Reflujo y molestias digestivas

“Una faja moderada puede ayudar a sentirse más contenida. Lo peligroso es usar dispositivos extremadamente rígidos o demasiado apretados. Eso no ‘cierra’ el abdomen: lo comprime de forma no natural”, advierte el Dr. Sánchez.

¿Qué tan frecuente es su uso?

Estudios recientes muestran que entre el 60% y 70% de mujeres en el posparto usan algún tipo de faja, pero solo una pequeña parte lo hace bajo recomendación profesional. La mayoría de decisiones de compra está influenciada por las redes sociales, donde suelen compartirse resultados exagerados y tiempos irreales de recuperación.

Consecuencias cuando se usan mal

La presión excesiva puede desplazar la carga hacia el piso pélvico, una zona ya vulnerable tras el embarazo. Fisioterapeutas reportan cada vez más casos de:

  • Dolor pélvico

  • Incontinencia urinaria recién aparecida

  • Sensación de peso o “bulto” vaginal

  • Dificultad para activar el core profundo

  • Inflamación abdominal persistente

Incluso después de cesárea, donde la faja puede ofrecer soporte, una compresión extrema puede generar fricción o problemas de cicatrización.

¿Cuándo sí ayuda una faja?

Los especialistas coinciden en que puede ser útil en situaciones como:

  • Primeras 1–2 semanas para soporte lumbar

  • Movilización temprana tras cesárea

  • Mujeres con diástasis leve que sienten inseguridad al caminar

  • Actividades que requieren más estabilidad (paseos largos, cuidar al bebé, etc.)

Pero siempre bajo la regla clave: ajuste moderado, nunca rígido ni doloroso.

La recomendación profesional

“La recuperación posparto no depende de cuán fuerte te aprietes el abdomen, sino de un proceso gradual de cicatrización y fortalecimiento del core profundo. La mejor guía siempre será una evaluación médica y de fisioterapia de piso pélvico”, concluye el Dr. Denis Sánchez.

El consejo de los especialistas es claro: si bien una faja puede ser un apoyo temporal, no debe convertirse en un sustituto de rehabilitación muscular ni en una medida extrema motivada por la presión estética.

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