Dr. Denis Sánchez
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La menstruación es un proceso natural y vital en la vida de toda mujer, pero para muchas adolescentes en Ecuador sigue siendo un tema rodeado de mitos, vergüenza y barreras. La falta de educación menstrual, el acceso limitado a productos de higiene y la escasa comunicación abierta entre adultos y jóvenes dificultan una vivencia saludable del ciclo menstrual.

Desafíos comunes en Ecuador

1. Desinformación y mitos

Muchas adolescentes ecuatorianas comienzan a menstruar sin una comprensión básica de lo que está ocurriendo en su cuerpo. En algunas zonas rurales, las creencias erróneas aún predominan, como pensar que la menstruación “ensucia” o que es un tema del que no se debe hablar. Esto puede generar ansiedad, miedo o rechazo hacia su propio cuerpo.

2. Acceso limitado a productos de higiene menstrual

En sectores de bajos recursos, algunas adolescentes no pueden adquirir toallas sanitarias, tampones o copas menstruales, recurriendo a métodos poco higiénicos como trapos o papel periódico. Esta situación no solo pone en riesgo su salud, sino que también afecta su autoestima y asistencia escolar.

3. Ausentismo escolar

La falta de baños adecuados, privacidad y productos menstruales en escuelas provoca que muchas niñas se ausenten durante sus periodos. Esto impacta negativamente en su rendimiento académico y refuerza la idea de que la menstruación es una carga.

4. Dolor menstrual y trastornos no diagnosticados

Adolescentes que sufren de dismenorrea intensa, sangrados abundantes o ciclos irregulares muchas veces no consultan a un especialista. Esto impide detectar afecciones como el síndrome de ovario poliquístico (SOP) o endometriosis en etapas tempranas, cuando el tratamiento puede ser más efectivo.

Soluciones desde la salud, la familia y la educación

Educación menstrual integral

Incluir contenidos sobre menstruación en programas educativos formales, desde una perspectiva científica y libre de tabúes, es fundamental. También es importante capacitar a docentes y padres para acompañar a las adolescentes con información clara y empática.

Acceso equitativo a productos de higiene

Promover iniciativas públicas y privadas que faciliten productos menstruales gratuitos en escuelas, centros de salud y comunidades vulnerables puede marcar una gran diferencia. También se deben fomentar alternativas sostenibles como las copas menstruales o toallas reutilizables.

Consultas ginecológicas tempranas

Acudir a un especialista desde la adolescencia permite detectar irregularidades a tiempo y acompañar los cambios hormonales propios de esta etapa. Además, fortalece la confianza de las jóvenes en su cuerpo y en los profesionales de salud.

Comunicación abierta en casa

Hablar de la menstruación en familia, sin censura ni vergüenza, ayuda a que las adolescentes vivan su ciclo de forma natural. La orientación de madres, padres o tutores es clave para derribar el estigma y generar espacios de confianza.

Conclusión

La salud menstrual de las adolescentes ecuatorianas no debe ser un privilegio, sino un derecho. Acompañarlas con información, apoyo emocional, acceso a productos y atención médica puede transformar su relación con el cuerpo y mejorar su calidad de vida. Como ginecólogo, invito a las familias a ver la primera menstruación como una oportunidad para educar, cuidar y empoderar.